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La agricultura, parte de la solución, no del problema, del calentamiento global

La agricultura, parte de la solución, no del problema, del calentamiento global




Por Víctor M. Villalobos Arámbula*

Recientemente, Thomas Faz publicó un artículo donde señala que la agricultura convencional está sufriendo un ataque sin precedentes por el impacto que ha generado por décadas el uso de agroquímicos y fertilizantes nitrogenados, aunado a la ganadería extensiva. Al reconocer que el cambio climático está alterando las condiciones de vida en el planeta, los debates sobre causas y responsabilidades se acrecientan. En varios ámbitos se suele acusar a la agricultura de ser uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero.

Lo anterior ha llevado a algunos países, principalmente europeos, a considerar medidas como la reducción en el consumo de la carne para limitar la cantidad del ganado o incluso a elaborar productos cárnicos fabricados en laboratorio (carne artificial), así como sustituir completamente los agroquímicos y los fertilizantes químicos por orgánicos y lograr la transición a sistemas alimentarios con tasa cero de emisiones. Incluso el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) declaró que el consumo mundial de carne y lácteos debe reducirse en un 50% para el 2050.

Sin que les falte razón, en esos ámbitos se suele olvidar el importante papel que juega la producción agropecuaria para alimentar a una población en permanente crecimiento, así como para generar ingresos para millones de personas pobres. Más aun, subestiman el potencial de este sector para contribuir a la reducción del calentamiento global, entre otras cosas, por servicios ambientales, como puede ser el secuestro de carbono.

Tampoco podemos olvidar que las actividades agrícolas y pecuarias sufren en demasía los cambios en los patrones climáticos, y padecen desde la abundancia de lluvias o prolongadas sequías, hasta la aparición de nuevas plagas y enfermedades, lo que afecta su capacidad productiva. A pesar de la resistencia del sector, diversos factores, algunos irreversibles, nos alertan que las condiciones climáticas estables de las que tradicionalmente se ha valido la agricultura ya no son predecibles y los productores han debido adaptarse a marchas forzadas. Estos temas fueron discutidos en la reciente Cumbre de Ministros de Agricultura en Washington D.C. a convocatoria del Secretario de Agricultura de ese país, Thomas Vilsack, y la ministra de Emiratos Árabes Unidos, Mariam Bint Mohammed Almheiri.

Cuarenta ministros de Agricultura nos dimos cita para discutir con carácter de urgencia sobre el clima y el papel de la innovación en la agricultura (Agriculture Innovation Mission for Climate, AIM4C). Se dialogó sobre el calentamiento global y su contribución por parte de las actividades agropecuarias, así como las posibles alternativas existentes para mitigar las emisiones de CO2 y de gas metano. Ante el cuestionamiento a la agricultura por ser un contribuyente al calentamiento global, coincidimos en que las actividades agropecuarias, lejos de ser la causa del problema, son parte de la solución. De hecho, coincidimos en que hoy por hoy la agricultura es la única actividad que puede secuestrar carbono en sus suelos por medio de buenas prácticas agrícolas, ya que al adaptarse al cambio climático también mitiga las emisiones de CO2 a la atmósfera.

Está claro que deberemos transitar a una agricultura más responsable con el uso de los recursos naturales, climáticamente inteligente dicen los expertos, donde el papel de la tecnología y la innovación marque la hoja de ruta para esa nueva agricultura más productiva y, a su vez, más sustentable ante los efectos adversos del cambio climático.

Claramente, tendremos que repensar cómo seguir manteniendo la productividad agrícola con menor impacto ambiental y mayor capacidad de adaptación al cambio climático, para seguir siendo los proveedores de los alimentos que demanda la humanidad actualmente y en el futuro. Sin embargo, mirar el tema únicamente desde el punto de vista ambiental no es suficiente. Debemos considerarlo de manera integral, con la seguridad alimentaria y con la necesidad de desterrar la pobreza, particularmente en los territorios rurales, si queremos cumplir las metas de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) a los que se ha comprometido la comunidad internacional. En todo caso, debemos preguntarnos cuál es la dirección correcta para que la agricultura mantenga el papel preponderante que ha desempeñado hasta ahora. La FAO ha publicado que 810 millones de personas padecen hambre en el mundo y, paradójicamente, el 50% de ellos se dedica a la agricultura. ¿Cuál es la razón por la que más de 400 millones de agricultores pobres en el mundo no alcanzan a producir sus dietas alimenticias mínimas? La respuesta estriba, principalmente, en las dificultades asociadas a la poca disponibilidad de agua y a la erosión de los suelos agrícolas.

La agricultura mexicana ha ido avanzando en esta materia con toda una serie de herramientas técnicas que nos permiten garantizar que nuestro país sí podrá cumplir con los compromisos contraídos. Hay una conciencia progresiva de nuestros agricultores respecto al adecuado manejo del suelo y el agua, y la importancia de conservar la diversidad biológica. Corresponde ahora documentar todas esas acciones y buenas prácticas, como la labranza de conservación, evitar la quema de las parcelas y llevar a cabo la rotación de cultivos, entre otras, para seguir siendo una nación líder de cara a los retos que tenemos enfrente.

La pregunta es si la agricultura mexicana y la agricultura mundial podrán continuar respondiendo a la creciente demanda de alimentos que ejerce una población en permanente crecimiento. El sentido de urgencia ha permeado en algunas sociedades más que en otras y ello es correcto porque, al final de cuentas, el impacto llegará, tarde o temprano, a todos los habitantes del planeta, puesto que lo que se anticipaba como una crisis por llegar ya la tenemos encima.

Personalmente, no considero que las visiones extremas ayuden a encontrar la mejor de las soluciones para lograr una agricultura productiva, inclusiva y sostenible. En todo caso, estoy convencido de que la agricultura seguirá siendo parte de la solución y no el problema.

Secretario de Agricultura y Desarrollo Rural*


Publicado: 2023-05-18

Fuente: EXCELCIOR

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